José Manuel Trigo: O burato do inferno Ilustraciones de Ramón Trigo Faktoría K de libros/Kalandraka Editora. Pontevedra, 2010 |
Ambientada en A Guarda, en 1858, esta novela gráfica comienza cuando el párroco Don Elías convence a Xosé para que acuda a la llamada de su padre, Bieito el Lindo, que había regresado enfermo de la Habana. Desaparecido durante años, había abandonado la mujer, dejándola preñada, y tras la muerte de esta se había ocupado de los gastos del hijo hasta que pudo valerse por sí mismo. Van los dos a la isla en la que está el padre moribundo, quien, antes de morir, le da una caja al hijo diciéndole que en ella están "todos los que matamos". A la vuelta, el cura le lee a Xosé el diario de navegación del "Santa Rosa de Lima", uno de los documentos de la caja. Comienza con el encargo de don Xosé Ozores, de traer de Veracruz a A Guarda un baúl con los documentos de propiedad del pazo del Rosal como regalo de bodas para su sobrina, Isabel. Pero una fuerte tormenta abre una vía de agua en el barco, que debe refugiarse en la costa. Esta situación es aprovechada por los raqueiros, los piratas de tierra que encendían antorchas en las noches de luna llena para engañar las embarcaciones, que siguiéndolos encallaban en la playa o se estrellaban contra las rocas y allí eran saqueados por los piratas, que pasaban a cuchillo a toda la tripulación. Así lo hicieron. Escondieron el botín en su isla, en el "agujero del infierno". Mas allí se enfrentaron el Portugués y Bieito por los documentos del pazo; este se deshizo de su rival, no sin antes recibir una cuchillada en la cara que marcó para siempre su cara y su alma. Porque desde entonces sintió que lo perseguían las ánimas de los ahogados, que intentaba ignorar bebiendo sin sosiego. Se enroló en un barco hacia la Habana y dio luego tumbos por el mundo en diferentes barcos, con el alcohol siempre de compañero, arrepentido, pidiéndole a Dios que lo liberase de aquel tormento y dedicaría el resto de su vida a reparar el mal que había hecho. Veinte años después, enfermo y con miedo a morir solo en la Habana, había regresado, dispuesto a cambiar de vida. Lee el párroco que con el dinero que hay en la caja y con las riquezas del agujero tendrá el hijo para vivir bien el resto de su vida y resarcir asímismo a las familias de las víctimas del naufragio. Sin que se olvide de llevarle las escrituras del pazo de O Rosal y el crucifijo a su dueña, Isabel Ozores. Una vez que le entrega el dinero a las familias, va Xosé junto a ella, que le cuenta que se quedó viuda muy joven, arruinada, y se casó con don Manuel Bárcena, el cacique que dirigía el contrabando y jefe de los raqueiros del bajo Miño. Aunque la maltrató, tiene una hija de él que heredará el pazo, por lo que no quiere complicarse nada con los derechos de propiedad que él le trae. Por encargo del cacique, intenta matar a Xosé el Paxaro, pero es este quien pierde en el enfrentamiento. Luego, el propio patrón de los raqueiros intenta hacerse con los papeles pero Xosé consigue echarlo al agujero del infierno, negro y profundo. Con su muerte, desapareció el dolor de muchas personas. Y Xosé marcha en su gamela hasta distinguir entre la niebla de Cabo Silleiro el camino que baja hasta el monasterio de Santa María de Oia. |
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario